Artischock

Memorias, crónicas y declaraciones de amor (por el arte). Blog de Leticia Obeid

2007/11/10

Pasajes

Querida Marta,
Por estos días estoy explorando unos pasajes que existen en algunos barrios de París, y le inspiraron a Walter Benjamin su ¨Libro de los pasajes¨, un manuscrito que acopiaba citas ajenas y fragmentos propios a la manera de una enciclopedia sobre el origen de la modernidad (hecho entre 1927 y 1940). El libro existe en español desde hace apenas dos años, pero lo he querido leer desde el año 2001, cuando hice un trabajo en la Galería Cinerama. En fin, estos pasajes aparecieron en la París del siglo XIX, fueron en esa época una revolución en los hábitos de consumo y posteriormente fueron imitados en muchas otras ciudades. No sé, se me ocurrió que como vamos a partir de la palabra cartel, palabra relacionada totalmente a la vida comunicativa y comercial urbanas, tal vez podríamos también usar las galerías como excusa para pensar en la escena del arte cordobés. O, sin querer ser tan objetiva, para hablar de nuestras experiencias y esas tensiones entre lo “extranjero y lo local”, lo cubierto y la intemperie, qué es la intemperie para un artista, qué hace el comercio para paliar o empeorar la desprotección, etc. Me gustaría simplemente recopilar algunas ideas, no hacer un texto así monoblock, definitivo, con conclusiones, sino con preguntas. ¿Te gusta la idea?
Espero tu respuesta y te mando un abrazo fuerte,

L.


…en Córdoba cuando uno dice galería se refiere directamente a esos pasajes que cruzan todo el centro de la ciudad como colmenas, espacios que calan la edificación y que pueden servir para cruzar enteramente el cuadrado formado por Avenida Colón, San Juan-Illia, la Cañada y Chacabuco-Maipú.
Todas han estado algunas veces al borde de desparecer. Evitar la palabra decadencia, dice Benjamin, ésa es una palabra moralista. Los shoppings que aparecieron en los ’80 y ’90 les dieron una estocada en el flanco pero, no, ahí están. Un poco más baratas, quizás, un poco más bizarras algunas, pero resistiendo. Ayer me encontré con una persona de Minas Gerais, me describió las galerías de su ciudad y sonaban iguales a las de Córdoba, Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, Villa María, París…por lo visto el ejemplo se desparramó:
GALERIA PLANETA; GALERIA CINERAMA (1); GALERIA REX; GALERIA CERVANTES; DE LA FONTANA; GALERIA DEL SOL;
PASEO DE LA ORIENTAL; PASSAGE DES PANORAMAS(2); PASSAGE JOUFFROY; PASSAGE VERDEAU;PASSAGE BRADY;
PASSAGE DU PRADO; GALERIE VERO DODAT; GALERIE VIVIENNE…Etc.

1 y 2: Cinerama, Panorama: nombres de las maravillas de la época. Daguerre expuso algunos de sus dioramas en los pasajes cubiertos de París y hay una relación directa entre las necesidades técnicas del Diorama y el desarrollo de la fotografía, que él propició inicialmente por motivos comerciales.
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Debris: Todos los pasajes están en ese estado de mutación detenida, como si al convertirse en residuos de lo que fueron se hubieran también cementado en una especie de no-tiempo, tanto porque la fisonomía sigue casi intacta como porque ahí dentro se vive otro ritmo. Y en los dos casos sucede esto: al venir de la calle ese cambio de velocidad produce un leve desconcierto, una especie de melancolía o sensación de estar en un lugar abandonado. Pero después de un rato, y sobre todo si uno se puede sentar en algún barcito y observar, se empiezan a descifrar el movimiento y la lógica de cada cosa. Aquél es un negocio de objetos en miniatura para armar casas de juguetes, aquél otro es una librería especializada en tal cosa, y los caminantes se pueden parar hojear en las mesas, aquél otro es un lugar donde arreglan celulares y el bar de al lado debe tener algo así como 50 años y su dueño una década más y los clientes deben estar viniendo desde hace tantos años también; una es una confitería y la otra es una panchería; uno es un cine que solía tener una pantalla a 360 grados y el otro es el teatro donde Jean Paul Belmondo hizo sus primeros trabajitos, uno es un negocio de calzoncillos con frases graciosas y lo de al lado una cerrajería; y el otro un taller de marcos. Entonces, por qué parece todo embalsamado? Puede ser un problema de contrastes; los pasajes son ahora, en vez de un estímulo para el consumo, lo contrario: un refugio contra el ruido. Y la falta de ruido a veces produce melancolía.
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Muita calma para pensar
E ter tempo para sonhar

(Tom Jobim, “Corcovado”)
Córdoba: tiempo para pensar y para hacer, un tiempo generoso y elástico, mucho más humano que el ritmo que tienen las ciudades con una escena artística más fuerte, un ¨cartel¨ un poco más amplio (cartel : lugares donde mostrar lo que se hace, gente a la que mostrar lo que se hace, gente que escribe sobre esas prácticas, gente que estudia esos fenómenos y por último o en primer lugar, gente que compra y que colecciona. Ah, y el Estado, con mayúsculas. ). Una paradoja irresuelta_ la brecha entre consumidor y productor, aunque estos roles ocupen un mismo espacio, o un mismo cuerpo.
Los momentos difíciles: sentir que todo lo que se hace va quedando guardado en un cajón, o que si se dice algo no viene nada en respuesta y uno queda hablando solo. Falta de carteles que sirvan como un lugar de encuentro con otros. Un cartel también es una pizarra donde se dejan mensajes.
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¿Puede el arte no depender del mercado?, ¿hay algún arte –en el sentido más recalcitrantemente occidental- sin intercambio de mercancía?, ¿no sería hora de que dejemos de esperar que el arte sea otra cosa que lo que es? No, no sería hora. No es hora. (Pero no encandilarse: la historia del arte no existe separada, autónoma de la historia de la economía y de la política).
Pero pero pero pero pero: A veces tienta pensar que el arte fue una contaminación, una necesidad externa implantada a la fuerza, y entonces nos ponemos autoritarios y nos decimos: ¨bueno, no hay dónde dar ese grito que querés dar, jodéte artista, andá a trabajar de otra cosa¨. (Lapsus: la palabra ¨externa¨, una palabra problemática para Córdoba, con sus miedos a ¨lo de afuera¨, con la fobia a ¨perder la identidad¨ y también con el justificado orgullo por su propia historia tradicionalmente rebelde con el centro depredador).
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Gran paradoja argentina: a todo aquello que existe por fuera de Buenos Aires se le llama “el interior”. ¿Quiere esto decir que Buenos Aires es el exterior? ¿el “afuera”? ¿O es al revés? ¿Y qué se es si se vive fuera? ¿Extranjero de dónde? ¿Y quién está más a la intemperie?
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Una crónica de estas expresiones: Susan Buck Morss cita, no muy entusiasmada, a Lyotard, quien señala que “el mercantilismo imaginó un “cuerpo comerciante” (Europa) y un cuerpo víctima (de bárbaros extranjeros). El colonialismo implicaba un comercio de no equivalentes; era saquear una colonia en busca de metales preciosos, dando chucherías a cambio. Las colonias eran el “exterior” necesario del sistema, (…) cuyo único rol es ser vaciado canibalísticamente en un ´interior´, el cuerpo de Europa.” (en “Walter Benjamin, escritor revolucionario”, Ed. Interzona, Buenos Aires, 2005)
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Una expresión que se usa mucho en Buenos Aires: “las provincias”, así, en plural, por ejemplo, ser “de las provincias”, los artistas “de las provincias”, “en las provincias” (¿significa que una persona puede ser de todas las provincias? ¡Suena bien!)
Sumum del ser provinciano: creer que no hay nada fuera del aquí, creer que hay unas tortugas sosteniendo la placa tectónica allende los muros de la ciudad. Es decir, creerse centro del mundo: una característica muy propia de las CAPITALES.
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El libro que aún no se publicó en Córdoba pero seguramente ya se está usando de manual en varios lugares: La Gestión sin dinero, o de cómo explotar a la mano de obra hiperespecializada. Resumen: maneras de alimentar la programación de instituciones solventadas en parte por el estado anfitrión, en parte por otros estados con problemas de conciencia. En ellas, a cambio de promesas algo difusas y nunca cabalmente cumplidas, un ejército de artistas e intelectuales paga para trabajar, con su tiempo, con sus ideas y sus producciones varias. (Con el paso del tiempo el artista incluso se endeuda con la institución. A veces decide que salir a la intemperie es mejor que quedarse bajo el ala de la institución. A veces se baja del cartel, de manera temporal o definitiva. Por supuesto, la institución lo reemplaza inmediatamente con otro artista.)

Apéndice o Pequeño Manual del Colonizado Colonizador: de cómo contribuir al aceitado funcionamiento de este particular sistema cobrando un sueldo cotizado en euros, y academizando esa picardía criolla en formato Workshops-de-Gestión a dictarse en las universidades privadas que florecieron durante el menemismo. Propuesta para tesis de algún alumno desmotivado: estudiar el impacto que ha tenido esta “escuela” en el contexto.
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Otro factor que deja al artista cordobés en una intemperie no siempre elegida: la extrañísima política cultural de los gobiernos de la ciudad y de la provincia desde el año 1999: mucho gasto público y poca vida comunitaria. (Pero antes de 1999: ninguna de las dos cosas. Y antes de 1983: bueno, ya sabemos)
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Los techos cubiertos de vidrio dejan pasar una luz cenital muy suave, una suavísima luz; el aire es tibio en invierno y fresco en verano. Pero siempre, siempre llega la hora de salir a la intemperie.





*Publicado originalmente en Parabrisas (a), publicación-catálogo de la muestra "Fuera de Cartel" en Espaciocentro, Córdoba, septiembre 2007. Idea original y curaduría: Lucas Di Pascuale.
Ediciones DocumentA/Escénicas, Córdoba, Argentina.

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