Sobre la muestra de
Bill Viola en el Parque de la Memoria – Monumento a las víctimas del terrorismo
de estado.
Nada garantiza la plenitud de una experiencia artística.
Muchas cosas pueden provocarla pero muchas otras también, interferirla. A veces
es el ruido de la calle, otras veces el ruido de la mente, o un diálogo que no
se arma entre el fenómeno artístico y el espacio que lo aloja. Otras veces las
vibraciones de sonidos afines multiplican el volumen y el efecto. Este último
es el caso de Punto de partida, la
muestra de Bill Viola en el Parque de la Memoria. Este artista, residente en California desde principios de
los 80, es considerado una de las figuras clave en el desarrollo del video como
género del arte contemporáneo, tanto por la profundidad de los temas que toca,
como por el virtuosismo técnico con el que construye una obra que incluye video
monocanal, instalaciones, proyecciones, experiencias sonoras y musicales,
ligadas en general a su exploración de las tradiciones budista, sufí y
cristiana. A pesar de la relevancia de su figura, esta es su primera exhibición
individual en Buenos Aires.
Para verla hay que hacer un pequeño viaje hasta la
costanera, uno de los pocos puntos en la ciudad en que la vista del Río de la
Plata se ofrece sin obstáculos, generosa y abierta. Una vez allí, para llegar a
la sala PAyS se camina bordeando los muros con los nombres tallados de los
desaparecidos por el terrorismo de estado. Si pasamos rápido al lado de ese
archivo, una cosa que queda en la retina son los números: 28, 31, 35, 16, 22.
Raramente sube el promedio de edades de esos muertos, cada tanto vemos un 44,
un 50, como rareza en el conjunto. Para cuando llegamos finalmente a la sala,
quizás ya estamos pensando no tanto en lo corta que la vida es, sino en el
significado irreductible y bárbaro de una masacre como esa, dirigida y
perpetrada contra un grupo tan específico de la edad humana. Es decir, llegamos
pensando en la muerte no como un hecho natural, sino como una horrible aceleración
de la Historia. Si la vista del río pudiera servirnos como consuelo por su
belleza, la luz que refulge en su superficie, justo ahí no nos tranquiliza:
esta es el agua que devoró silenciosamente a miles de víctimas y ese dato nunca
será borrado de la memoria.
La primera y la segunda sala alojan seis obras instaladas: Surrender, Observance, Three Women,
Ancestors, The Messenger, Acceptance. La tercera alberga una proyección de The Passing, un video de 54 minutos que
se trata, sin duda, de una de las obras maestras en la historia del videoarte.
Las piezas van desde el año 1991 al 2012, ninguna de ellas hecha
específicamente para esta muestra, sino que forman parte de la producción
clásica de Viola, una obra que versa en torno al tema de los ciclos vitales y,
sobre todo, de los límites entre la vida y la muerte, el espacio afectivo
alrededor de la partida, el momento exacto en que ocurre el desprendimiento, el
corte. En ese sentido, las obras de las primeras dos salas tienen una
estructura similar: todo prepara para ese momento, todo es la espera de ese
segundo en que una figura humana sale de la penumbra, o entra en el foco de la
cámara, o se desarma un reflejo en el agua. El agua, sin duda, es un elemento
protagónico de toda la muestra y ahí es donde las resonancias de la obra en el
lugar se intensifican. Los personajes de estos videos pasan un umbral acuático
y al hacerlo se vuelven nítidos, recuperan el color, los gestos y los
contornos. En reverso, cada vez que los cuerpos vuelven al agua, los colores
desaparecen y todo cobra un tono plomizo. Daría la sensación de que el agua en
estas obras cumple un papel simbólico asociado a la muerte misma. La vida es lo
seco, el fuego, la luz, el cuerpo y sus ropajes. Siguiendo este sentido,
podemos ver esa misma dicotomía en The
Passing, un trabajo que Viola realizó en relación a la muerte de su madre.
Vemos, aquí y allá, algunas imágenes de una mujer anciana internada,
inconsciente, como pequeñas anclas dentro de una deriva onírica por paisajes
domésticos y luego desérticos, las luces de un auto en una ruta pedregosa, la
llama de una vela, fósforos, faroles, el reflector de un tren. Intercalándose
en este recorrido empieza a aparecer el hijo del artista, caminando en la
arena, bajo el sol, filmaciones caseras triviales que se vuelven homenajes a la
vida, a lo seco. Sólo hay una escena del niño ligada a la humedad y es cuando
acaba de nacer, pero en seguida vemos unas manos extendiendo un paño, secando
su cabeza. Llegando al final, vemos una escena increíblemente poética: una mesa
y una silla en un espacio oscuro, con una lámpara encima, portarretratos, un
florero, cosas de escritorio. De repente algo tira de las patas del mueble y
todo empieza a caer, en cámara lenta. La cámara lenta es uno de los recursos
favoritos del autor, una manera de usar la lente como prótesis para percibir lo
que el ojo no vería, pero acá el video nos tiene preparada una sorpresa, no se
trata de un efecto de la máquina, sino del medio: la escena entera ocurre bajo
el agua y las cosas no terminan nunca de caer. Como si el infierno fuera un
reino acuático, como si lo que esperara a los personajes, del otro lado, fuera
el líquido informe que diluye la identidad de las cosas y las personas.
Al final del recorrido puede aparecer una sensación de ciclo
cumplido pero, extrañamente, también de reversibilidad. Los trucos del video,
las imágenes que pueden rebobinarse, verse hacia atrás, ralentizarse, son
demostraciones de dominio sobre la materia. La obra de Viola nos señala el
dolor irreductible de la muerte, pero también la posibilidad de aceptarla como
parte de la naturaleza humana. Al salir de la muestra, en cambio, el sentido es
el contrario: primero nos recibe la belleza del paisaje en todo su esplendor.
Unos pasos después, volvemos a ver el muro con los nombres y a recordar lo
irreversible y lo inaceptable de la Historia.
Punto de Partida
Bill Viola
Parque de la Memoria – Monumento a las víctimas del
terrorismo de estado.
Av Costanera- Rafael Obligado 6745
Hasta el 02.09
Curadora institucional: Florencia Battiti
Curador invitado: Marcello Dantas
Su trabajo puede verse en www.billviola.com